Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.
El martillo
ejercía la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que
renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y además, se pasaba todo
el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que
también fuera expulsado el tornillo, dijo que había que darle muchas
vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la
expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre
tenía fricciones con los demás.
Y la lija
estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que
siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si
fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e
inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el
tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo
juego de ajedrez.
0 comentarios:
Publicar un comentario